La palabra
chicle proviene de la voz náhuatl tzictli, que puede
traducirse como ‘cosa pegajosa’.

Originalmente, se refería a la resina gomosa que fluye del tronco de un árbol conocido como chicozapote, también llamado Manilkara zapota, originario de las selvas de México y Centroamérica.

Esta goma, de origen natural, era utilizada por los antiguos habitantes de Mesoamérica (los aztecas y los mayas, por ejemplo) como una goma de mascar, y fue la que dio origen a los chicles como los conocemos actualmente.

Los mayas, lo usaban debido a sus apreciables cualidades, como el ser un anti estresante, ayudar a la concentración, entre comidas inhibe la sensación de hambre y después de comer mejora la digestión, estas cualidades lo llevaron a ser parte del equipo básico del ejército norteamericano en ambas guerras mundiales y fue así como se esparció su uso por el mundo.

Fueron precisamente los Mayas quienes comenzaron la recolección de la savia del chicozapote, uno de los árboles más abundantes de la zona, haciendo incisiones en zigzag sobre su corteza para que ésta fluyera hacia los recipientes colocados en la base del árbol.

Tras un proceso de
secado se obtenía una goma masticable que usaban para
limpiarse los dientes y la boca o para inhibir el hambre en los rituales de
ayuno.

Seguramente el último chicle que probaste era de marca norteamericana, estaba endulzado con un sustituto de azúcar, su sabor era artificial y parecido a una fruta exótica. Tal vez incluso contenía un medicamento inhibidor del apetito, o nicotina para aliviar las ganas de fumar. Quizás no pensaste o ni siquiera sabes el origen de esta costumbre tan asociada a la irreverencia estudiantil y la despreocupada cultura occidental.

Por suerte, en México existe el único chicle orgánico del mundo: [ Chicza, el único chicle que viene de la tierra y regresa a ella.]

Chicza retoma las tradiciones de extracción maya, en
un proyecto de sinergia entre las cooperativas, la selva y los consumidores
consientes.

Presenta un chicle Gourmet e inocuo para la salud, 100%
biodegradable con degradación de menos de 1 año, mayor duración de sabor,
textura más suave y agradable. Endulzado con miel de agave orgánico sin gluten
con un largo tiempo de caducidad (24 meses). Cabe mencionar que es un producto
100% mexicano que garantiza la conservación de la selva.










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